Eduardo Arroyo Rodríguez nació en Madrid, el 26 de febrero de 1937. Sin embargo, sus padres eran de Robles de Laciana, un pueblo de la comarca leonesa del Bierzo. Arroyo pasó parte de su infancia en Laciana y siempre mantuvo un fuerte vínculo con la región.
Aunque se exilió a París a una temprana edad, siempre mantuvo un fuerte vínculo con Laciana. Esta región minera le marcó profundamente y su influencia se puede apreciar en muchas de sus obras.
Artista universal
Arroyo se convirtió en uno de los artistas españoles más reconocidos del siglo XX. Su obra, caracterizada por la crítica social y política, se enmarca dentro de la figuración narrativa y la Neofiguración española. También se vinculó al movimiento Pop Art.
A lo largo de su carrera, Arroyo recibió numerosos premios y reconocimientos, tanto en España como en el extranjero. En 1982, el Centro Georges Pompidou de París le dedicó una amplia retrospectiva. Ese mismo año, recibió el Premio Nacional de Artes Plásticas en España.
Además de pintor, Arroyo también fue escultor, grabador y escritor. Publicó varios libros, como "Panamá Al Brown" (1982) y "Sardinas en aceite" (1990). También diseñó escenografías teatrales.
Amplio legado de Eduardo Arroyo
Eduardo Arroyo falleció en Madrid el 14 de octubre de 2018. Su obra ha dejado una huella imborrable en el arte español y sigue siendo una referencia para las nuevas generaciones de artistas.
Arroyo siempre recordó sus orígenes lacianiegos. Durante toda su vida, estuvo muy unido a su tierra y a su gente. Una demostración de ello fue cuando en 2007 regaló algunas de sus obras al Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León (MUSAC), en León. Entre esas obras hay pinturas, dibujos y grabados que muestran su conexión con Laciana.
El último proyecto en el que el artista trabajó antes de fallecer en su taller en Robles de Laciana fue "El buque fantasma". Proyecto para el cual se inspiró en "El holandés errante" de Richard Wagner. En esta obra, se representa un submarino con ruedas, rodeado por caballitos de mar y máscaras de Fantomas.
Eduardo Arroyo fue un artista comprometido con su tiempo y con su entorno. Su obra no solo es un reflejo de su época, sino también una crítica a las injusticias sociales y políticas. Su legado va más allá del ámbito artístico, ya que su figura representa la lucha por la libertad y la justicia.